miércoles, septiembre 06, 2006

¡A estrenar se dijo! (Crónica de un atraco anunciado)


El pasado Lunes 14 de Agosto del 2006, me levante como de costumbre muy temprano en la mañana, para atender los compromisos del día, esta vez me encontraba en la ciudad de Guayaquil (Ecuador), dispuesto a emprender el viaje de regreso hacia mi amada Colombia.

El día empezó algo raro, salí del apartamento a las 6 AM a tomar un taxi que me llevara al aeropuerto. Pasaron 5, 10, 15, 25 minutos y nada que asomaba ningún condenado carro de servicio publico. Como es costumbre en el ecuador, un carro particular paro y ofreció llevarme por 3 dólares. Bueno, que podía hacer, el tiempo apremiaba y no había de otra. Me subí con la enorme maleta de ropa, y el morral con el computador portátil y documentos de trabajo. Arranca el carro, sigue derecho, cruza, baja, acelera, para, mientras tanto reviso el tiquete para ver los datos del vuelo. Como a los 10 minutos de trayectoria, me dio por levantar la mirada y oh gran sorpresa, al ver que estaba transitando enfrente del mismo semáforo donde hace tan solo unos momentos había tomado el servicio. Me entra la berraca piedra, pues no es justo que por ser uno extranjero (¿será acaso que mi porte europeo me delata?) le vean a uno la cara de pendejo; En aquel momento de rabia, no quise decir nada, pues me exponía a que me dejaran tirado quien sabe en donde, ahí están las consecuencias de un servicio informal. Una vez en el aeropuerto, pague con un billete de 5 dólares, y empieza el chofer a meterse la mano en todos los bolsillos, abre la guantera, me mira, se sonríe mientras junta monedas de todos los tamaños y colores, para finalmente pasarme solamente 1 dólar y decirme que no tiene mas regreso. Al final, la carrera salio por 4 dólares.

Bueno, luego de semejante marraneada, hago mi resignado pero triunfal ingreso al nuevo y modernísimo aeropuerto de la ciudad, una construcción muy grande, funcional y bonita. Hago mi registro, paso a la sala de espera, me como algo liviano mientras aguardo la orden de abordar. Por fin inicia el vuelo a las 8 AM, en medio de una mañana despejada, buena visibilidad, buen clima. El aterrizaje en Quito es espectacular, a lo lejos se aprecian majestuosamente 2 hermosos volcanes nevados, el Chimborazo y el Cotopaxi. Son las 9 AM, desciendo del avión para salir del aeropuerto y reingresar por otra puerta a una pequeña sala de espera. El siguiente vuelo es a las 11 AM, tengo 2 horas para matar el tiempo. Recorro los muelles nacional e internacional, leo un par de capítulos de mi fiel compañero de viaje El Libro de la Salsa”, escucho música, trato de recrear la vista con el poco material rajado disponible. 11:15 AM, inicia el trayecto final, Quito – Tulcán – Cali.

Llego a Cali, recibo el equipaje, cansado y con hambre tomo un colectivo rumbo al Terminal de Transportes para emprender por tierra el trayecto final a casa, por fin estoy 194 kms más cerca de mi destino. Una vez en el Terminal, compre 3 tiquetes en VELOTAX, pues mi última actividad tenia que ver con recoger a mis hijos que por motivo de vacaciones escolares, se encontraban pasando vacaciones hace algunos días en la ciudad.

El conductor del transporte me dice, si quiere compre el otro tiquete y arrancamos ¡ya!. De nada valió el cansancio, el calor, el hambre, el tener la plata para pagar el cupo completo, preferí esperar a que llegara otro pasajero para que arrancáramos. En un momento cualquiera, llega una persona y le habla al oído al chofer, inmediatamente un joven no mayor de 25 años se ubica en el asiento de adelante, junto al conductor, e inicia nuestro viaje.

Saliendo de la ciudad, entablamos un coloquial dialogo, comentando acerca de las obras del sistema de transporte masivo “MIO”, del clima, y no podía faltar, de la situación del país. En una de esas, el otro pasajero empieza a denigrar de la Policía, y al parecer por lo que alcance entenderle, pues no se hacia referencia a situaciones puntuales, en el Terminal las autoridades le acababan de decomisar un dinero. Los 2 de adelante (conductor y copiloto) siguieron hablando en voz baja sobre el tema, mientras tanto yo disfrutaba el viaje con mis hijos.

Luego de 2 horas de trayecto, por fin entramos a mi entrañable ciudad blanca, se siente el cambio de clima, el cambio de paisaje. Empezamos nuestro descenso por la carretera del Tablazo, giramos a la izquierda para tomar el Puente Viejo de Cauca; A los pocos metros de la empresa Friesland, nos pasaron lentamente 6 tipos en 3 motos, cada uno portando el casco obligatorio lo que dificulta identificar si se trata de algún conocido. De un momento a otro, el parrillero de la última moto se acerco a la ventanilla del chofer y levanto su chaqueta para desenfundar una enorme pistola, con la cual forzó la detención del vehículo. Ante este inesperado suceso, todos los ocupantes del taxi reaccionamos de manera diferente. El chofer se cogió la cabeza, el pasajero del puesto de adelante presintiendo tal vez que lo iban a matar o secuestrar, que se yo, ágilmente y de una manera valiente o cobarde, aun no lo se, cayo sobre mis piernas, justo en medio de mis hijos; entre tanto yo abrazaba fuertemente a mis retoñitos para protegerlos.

Utilizando palabras del mismo calibre de las armas, los asaltantes preguntaban insistentemente “Donde esta la maleta, Donde esta la maleta”, una señal inequívoca de que el botín ya había sido definido desde el mismo momento de nuestra salida de Cali. El chofer fue obligado a bajarse bruscamente del carro para abrir la cajuela. Cada uno de los matones, tomo una maleta: La del chofer, la del otro pasajero, y vida berraca, la mía. No se como carajos hicieron para seleccionar cuales llevarse, pero ya con el tesoro en sus manos, rápidamente se montan en su motos para emprender la huida; ya cuando estaban arrancando solo atine a decir “Hermano, esa es mi maleta”, con lo cual solo conseguí que uno de ellos se volteara, y me apuntara justo a la cabeza, humildemente y como perro regañado, baje la cabeza, cerré los ojos y que se lleven lo que les de la gana.

Calculo que esta operación de comando (porque se encontraba meticulosamente calculada), sucedió en tan solo minuto y medio, a plenas 5 de la tarde, en una vía principal, transitada, en medio de barrios residenciales.

Los primeros instantes son muy traumáticos, por más sereno y tranquilo que uno sea, no se puede evitar pensar en muchas cosas, se generan muchos interrogantes, se piensa que se hizo mal o dejo de hacer para que justamente esto le pase a uno. Hasta el día de hoy, me ronda en la cabeza:

  • * Si el otro pasajero del taxi hubiera estado armado, y le de por reaccionar, nos matan a todos.
  • Donde el chofer o el otro pasajero, opongan resistencia, nos matan a todos.
  • * Donde pase la policía y se produzca un intercambio de plomo, nos matan a todos.
  • * Donde quisieran sicariar o ajusticiar al otro pasajero, llevamos del bulto todos.

Bueno, pero ¿porque tanto alboroto si gracias a dios no nos paso nada a mis hijos y a mi?, pues bien, porque tan solo me robaron: 6 Pantalones, 6 camisas, 7 camisetas, 1 Jean, 1 par de zapatos, 1 chanclas, 1 pijama, 1 loción, 1 canguro, 6 Interiores, 6 pares de medias, 1 toalla, la Gel para aplacar mis indómitos rizos dorados. Se llevaron mi mejor ropa, alguna de ella, la había comprado tan solo unos días atrás en vísperas del primer viaje al ecuador, como quien dice, aun la estoy pagando pero no la estoy disfrutando, otra me la habían regalado para mi cumpleaños y para el día del padre.

Con el transcurrir de los días, todo vuelve a la normalidad, y es hora de continuar el camino esta vez mejor que antes, tomando el lado bueno de las experiencias, imitando al legendario Fenix, me decidí a tener un cambio de apariencia. Consiguiendo dinero prestado y utilizando tarjetas de crédito, realice una inversión “obligatoria” para renovar el ropero, combinando exquisitas prendas de diferentes orígenes, colores y texturas: Versacce, La 13, Oscar de la Renta, Luber, Ginno Pascali, La Bodega, Variedades Amparo, EverFit, Giorgio Armany.

Esta nueva etapa empezó a caminar a partir del 4 de Septiembre, y la verdad me siento muy bien vistiéndome todos los días de corbata. Vivimos en una sociedad materialista, donde apegándonos al refrán de “lo importante no es ser si no aparentar” he podido constatar que la corbata pesa. Es increíble el impacto que esta genera, ya la gente te mira distinto, no falta el desapercibido que te dice “Doctor”, no te hablan a los gritos ni de mala gana, en fin.

Solo me resta por decir, que no deseo que otra persona pase por una situación de estas. Al inicio para mis hijos y para mi, fue algo muy traumático, pero hoy veo que fué una excelente oportunidad de cambio.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La pelota de letras es la critica a la mediocridad donde crecio un generacion que no trabajo ni se educo, solo se dedico a ver 2 canales de television pateticos en los 80s.... la pelota d eletras solo te puede inspirar a trabajar mas y dejar el conformismo del Colombiano....
Y por favor, el Castellano es uno de los idiomas mas expresivos, aprovechemoslo bien, no lo maquillemos con jerga popular

Camilo Ernesto dijo...

Hola Jorge.... ahh pero interiores, un hombre jamás utiliza eso, no serán pantaloncillos o calzones??? la forma en que contás las historias es para totearse de risa, y tambien se recuerdan momentos agradables del trabajo con ustedes.
Salud!