jueves, mayo 17, 2007

Un cachaco en la costa

Han pasado ya 3 meses desde la fecha de mi intervención quirúrgica pro control responsable de la natalidad, y desde entonces me han sucedido otras tantas cosas buenas, regulares y malas, las cuales permanecen solo en mi mente, y no pretendo que por culpa de la informalidad estén condenadas a desaparecer.

La más reciente de ellas, tiene que ver con la travesía que durante 11 días, tuve por la costa pacifica Ecuatoriana y caribe Colombiana.

El trayecto inicia desde mi natal Popayán, viajando en SAM ….. SAMpado en un taxi hasta el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón de la ciudad de Cali. Como siempre, el viaje me resulta muy agradable, esta vez me fui escuchando la conversación de un par de ingenieros civiles, y entre: Columnas, Zapatas, Vigas, Muros, Movimientos de tierra, Presupuestos, Licitaciones, Maquinaria, Teodolitos, GPS, y las obras en que cada uno había participado, se pusieron al día después de mucho tiempo de no tener noticias el uno del otro. En más de una ocasión me sentí tentado a meter la cucharada, pero me dio mucha pena, y solo me queda como Moraleja que “No se debe pretender entender una conversación especializada, y mucho menos de gente que uno no conoce”.

Por fin llego al aeropuerto, me acerco al counter para registrarme y me encuentro al lado de una chica diez: Rizos dorados, rostro angelical, pestañas enormes, dentadura perfecta, un par de instrumentos para la lactancia materna similares a las de Tatiana de los Ríos, piel canela, cuerpo de guitarra, derriere con figura de melocotón, envuelta por un aroma exquisito e indescriptible. Pensé para mis adentros, que una mujer así no es compatible con un simple mortal, o tal vez si, pero para uno con bastante dinero.

El viaje hacia la costa Ecuatoriana (Guayaquil) es muy bueno, 55 minutos Cali – Quito, y 35 desde ahí hasta mi destino final. Ya en tierras ajenas, me encuentro con mi buen amigo Jimmy Jurado, un Guayaquileño alegre, extrovertido que siempre me ha acogido de manera fraternal. Me instalo en el hotel, desempaco la maleta, voy al baño a organizar los implementos de aseo, y cuando pretendo darme una ducha, Oh sorpresa, no la encuentro por ningún lado. Como el que busca encuentra, mi tremenda curiosidad me llevó hacia una gran vitrina transparente ubicada frente a la cama, a un costado del televisor. Abro sigilosamente su aparente puerta delicada, y veo en el techo: 1 ventilador, 1 lámpara, 1 parlante, 1 regadera, en las paredes: 1 espejo de medio cuerpo, 1 regadera con manguera, salidas de agua en forma de chorro, y un tablero digital para prender los aparatos así como para sintonizar la radio. Que maravilla, toda esta tecnología disponible para los menesteres del aseo personal.

Aunque los días transcurren entre largas reuniones, capacitaciones, y otras actividades, saco algo de tiempo para conocer y degustar la gastronomía de aquella hermosa tierra.

  • Cerca al hotel “RAMADA” en el centro de la ciudad, en un muy concurrido puesto de comidas rápidas en la calle, llamado “El Pescado Mojao”, se desayuna con un típico “ENCEBOLLADO”: caldo, cebolla, yuca, cilantro, trozos de Albacora (Pescado), Camarones, chifles (maduritos), todo por 3 dólares.
  • El tradicional Hornado o Chancho, es el equivalente a nuestra lechona. Cuesta 2.5 dólares, y por 50 centavos más se puede acompañar con mote, una combinación exquisita.
Esta travesía en el ecuador, finaliza con una reunión informal con mis compatriotas: 2 costeños, 1 caleña, y no podía faltar, 1 patojo (yo). Bajo el rumor de nuestra música colombiana, ventilamos muchos anécdotas para arrancarnos carcajadas salpicadas de nostalgia, pues la tierra llama. Entre todos los chascos, recuerdo mucho que los costeños mencionaron el haber sido ellos los precursores del Transmilenio:

En Barranquilla, han unido 2 buses de transporte para hacerlo uno solo, con fines turísticos, es conocido popularmente como el NO JOOODA, pues esta es la expresión que la gente utiliza al quedarse viendo semejante carro, entonces los buses de Transmilenio no son más que un NO JOOODA con acordeón”.

Luego de 4 extenuantes pero productivos días, regreso a mi patria con la satisfacción del deber cumplido, esta vez con los siguientes itinerarios:

  • Guayaquil – Quito: 35 minutos.
  • Quito – Cali: 55 minutos.
  • Cali – Bogotá: 35 minutos.
  • Bogotá – Montería: 50 minutos.

En todo el trayecto el sol no apareció, en su reemplazo, mares de nubes inundaban el infinito, esta vaina del cambio climático si esta fregada.

Aeropuerto “Los Garzones”, 5 de la tarde, 34 grados centígrados, viendo girar una y otra vez las 73 laminas de caucho de la banda transportadora de equipaje, a la espera de mi maleta. Cuando todos se habían ido, entendí que algo anormal había sucedido, no me queda más remedio que acercarme al counter de la aerolínea para indagar que paso. Un funcionario con amable sonrisa me dice “Debido al retraso en las conexiones, su maleta aun se encuentra en Bogotá, llega en el próximo vuelo a las 10 AM, o sea mañana”; virgen santísima, y mi destino que aún se encuentra a 2 horas de camino. “A lo hecho pecho” dijo la madre soltera, lleno un formulario de reclamación, y continúo, ahora, tengo que buscar un carro que me lleve hacia San Andrés de Sotavento. Para colmo de males, por estar en las vueltas con la aerolínea, acababa de perder el último colectivo que viajaba directo. No queda otra que buscar un moto taxista que me saque a la troncal, para bregar a conseguir un bús que vaya hacia Sincelejo.

Luego de haber parado 3 colectivos y tras 20 minutos de espera, aparece de la nada un bus que por fin pasa por San Andrés. Me siento en el primero puesto disponible, observo que mi acompañante al lado de la ventana, va profundamente dormido, con su ropa completamente mojada, lo cual me pareció normal en semejante horno. Cuando llega el ayudante a cobrar el pasaje me dice “Oiga seño, hagase mejor en la última fila, y quítese de ese man que esta toito vomitao”, ya mirando con detenimiento si encontré rastros de frijoles, evidencia principal de una regurgitación. Bueno, para la banca de los músicos, lo cual no resulto tan malo, pues me hice amigo de un vendedor ambulante, quien a las 5:50 me vendió un improvisado almuerzo, media docena de paquetes de ROSQUITAS. Entrado más en confianza, me cuenta que la región cuenta con tierras muy prosperas, en las cuales se cultiva principalmente Maí, Algodó y Sógo (En realidad son Maíz, Algodón, Sórgo, pero yo escucho que se comen una que otra letra).

Han pasado 45 minutos a ritmo de vallenato ventiao, cuando se sube una familia cargada de mangos hasta los bolsillos. La curiosidad que me bendice, me lleva a preguntar de donde tanto fruta, y me dicen que por estos días esta se da por doquier, pues en todas las fincas hay árboles de ellos. Gran parte de estos son cosechados y enviados para comercialización en otras regiones del país, pero es tanta la abundancia que muchos se caen al piso y es el ganado quien lo disfruta. Los 2 chicos menores, estudiaban en 1 de bachillerato y 3 de primaria respectivamente, por lo que quise poner a prueba la calidad de su formación. A manera de juego, empiezan las preguntas:

  • ¿Cual es la capital de Colombia? Bogotá; bien.
  • ¿Como se llama el vicepresidente?, Francisco santos; muy bien.
  • ¿Cuáles son nuestras cordilleras?, el mayor responde 3, pero el otro dice: No señor, son 4, porque eso lo vimos ayer en el colegio. Bueno, por más que intente, no logre que me revelara el nombre de la cuarta montaña.
Estando en la costa, no podía dejar de preguntar por algo obvio, ¿Cuál es la vieja colombiana más famosa?, a lo que sin dudar el chino respondió “La vieja colombiana más famosa, es la virgen del carmen”. Este condenado hizo reír a todo el bus, no se como pero el efecto llego hasta el chofer, todos al unísono gozaban con semejante apunte, al cual un corroncho ubicado distante nuestro, con intención de educar y enseñar al infante de 8 años, cariñosamente le dice a todo pulmón, “NO seas bruto, marica, es Shakira”.

Gracias a dios, llego al hotel alrededor de las 8 de la noche, y aunque el hambre distraía mis sentidos, me preocupaba mucho más el hecho de no tener ropa para asistir a trabajar el día siguiente. Como un milagro divino, considero el hecho de encontrar un domingo en la noche, a estas horas, una pequeña tienda donde compre: 1 camisa terracota, 1 boxer zapote, 1 par de medias azul cielo. Ante esta conjugación de colores, mi estilo podría denominarse “La caja fuerte”, porque solamente yo le hallaba la combinación, pero no tenia alternativa, fue lo único de mi talla.

Puedo decir que aunque el paisaje es agradable y su gente es encantadora, trabajar en este calor resulta muy difícil.

Para aquellos que vivimos en el interior, la costa resulta mucho más que mar, vallenato, rumba y comercio.

Gastronomía

En un escrito pasado, ya había hablado sobre la variedad de comida costeña, ahora lo complemento con nuevos platos:
  • Jugo de níspero.
  • Jugo de zapote.
  • Torta de coco con uvas pasas.
  • Guatinaja: Puerco salvaje.
  • Icotea: Tortugas.
  • Babilla: Caimán pequeño de aproximadamente 1 metro de largo.
  • Cocayo: Pegado del arroz.
  • Diabolines: Son una especie de pan de yuca pequeño, redondos, similar a los besitos vallunos.
  • Arroz apastelao: arroz con pollo.
  • Ajonjolí: El ajonjolí tostado y molido, queda como un arequipe que se come con yuca, plátano.

Biodiversidad

Las ciénagas, las cuales se encuentran al lado de los ríos principales, son la fuente de sustento de muchas familias. En el caso de la Cienaga Grande de Momil, se pescan diferentes clases de pescado:

  • Cherita.
  • Galúa.
  • Mojarra Amarilla.
  • Tilapia.
  • Liceta.
  • Charua.
  • Moncholo.
  • Bagre.
  • Balbú.
  • Bocachico.
En épocas pasadas, se podían apreciar MANATIES, pero por ser una especie en vía de extinción, la corporación autónoma regional los ha capturado y reubicado en un lugar seguro.

Tenacidad

Escuche de la boca de un indígena zenú, el viacrusis que ha padecido por la enfermedad de su hijo. 13 meses atrás, su bebe nació sin ano, labio leporino y paladar hendido, siendo este el primer caso de este tipo en su comunidad. A causa de los cuidados especiales que demanda el niño, debió renunciar a la finca donde trabajaba, a tocar muchas puertas, y a buscar la ayuda que garantice los cuidados que su hijo necesita para permanecer con vida. A pesar de no contar con recursos, quincenalmente debe llevarlo a control, a comprarle leche especial, y a incurrir en otra serie de gastos. Uno de tantos días, observó en un municipio varios camiones con policías y soldados, y animado por la curiosidad se atrevió a preguntar a que se debía tanto despliegue de fuerza pública; el comisario (autoridad indígena) le informó que era para salvaguardar al presidente que en pocas horas arribaría. Armado de valor, y apegado a su instinto paternal, habló con uno, con otro, exponiendo la situación que lo agobiaba. Lo máximo que logró, fue entrevistarse con Jerónimo, uno de los hijos de Alvarito, quién atento escucho y tomó nota de su caso, y le prometió ayudarle, pidiéndole un número telefónico donde pudieran contactarlo. Pasaron los días, y una buena tarde, alguien llego a su casa a decirle que un señor de Bogotá lo necesitaba al teléfono. ¿Quién era? Nada más y nada menos que Diego Palacio, el ministro de protección social; la gestión del hijo del presidente había sido efectiva. Juntos, ministro y padre, dialogaron por un tiempo, quedando como compromiso que el alto funcionario lo llamaría nuevamente. Como dice la canción “pasan los días, pasan los meses, pasan los años”, y desde entonces, no ha vuelto a escuchar en el teléfono comunitario la voz del ministro. ¿Que pasó? Existen rumores de que al parecer, al comisario del resguardo, le llego algo de la capital. ¿Para quién? No se sabe, solo se espera que la maldita corrupción no haya contaminado las buenas intenciones de ayuda para esta persona que tanto lo necesita. Mientras tanto, el joven padre, sigue luchando para conseguir el bienestar que su hijo necesita.

Finalmente puedo decir que me deleite con la belleza de la mujer sinuana, entendí a que se refiere Joe Arroyo cuando en una de sus canciones dice “de ñeque y ñeque”, que no alcance a meterme una “Pea”, que me pude comprar un auténtico sombrero vueltito Quinciano, que comí “Boli”, que donde voy, veo y comparto experiencias que no quiero olvidar e intento compartir con mas personas, y que espero seguir sumando buenos amigos, a lo largo y ancho de mi destino.



Dios quiera que próximamente pueda aterrizar aquí